Cine Tiquetar

Las cosas por su nombre (?)

lunes, 8 de junio de 2009

E-clips-ado

Dos producciones propias para La Banda del Musiquero Loco (rock para chicos), "El Sapito rockerito" (en vivo) y "Todos los perros son marrones".




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miércoles, 3 de junio de 2009

Tan solo

Pollo viejo
Después de veinte años, siete discos de estudio y cuatro registros en vivo (Ritual, Huracanes en luna plateada y los dos dvds), Los Piojos declararon un “parate” en sus actividades como banda.

No fui al show despedida. Ni siquiera lo seguí por radio o televisión. Desde que me enteré cuál era el cuadro de situación (el famoso parate), empecé con los pro y los contra de ir o no. El pro era un solo: estar ahí, acompañando al grupo que hizo lo propio conmigo en un montón de momentos (buenos y malos). La contra pesó más, toda la gente que compartió conmigo este “proceso piojoso” está en otra. Y la que aun está, la que yo llevé por primera vez a verlos (porque te acordarás de ese Luna Park, ¿no?), le llevo diez años y está disfrutando SU proceso, que es otro (ahora entiendo cómo nos vamos alejando de las vallas con el correr de los años), y está bien que así sea.
Yo también estoy en otra. Como padres recientes, ya no puedo darme el lujo de decirle a ella, con quien compartimos tantos rituales y que con su delgadez se iba hasta la valla a desgañitarse con cada canción, “vamos a ver a Los Piojos”. Ahora está Fidel, y todo pasa.
De todas formas, lo que me disparó esta despedida anunciada, fue un balance de estos años con banda de sonido piojosa.

Los mocosos

La primera imagen que me viene a la mente, es la de un compañero del secundario, Rafa, con una remera roja y un AY gigante en el frente, en los campamentos que armaba el centro de estudiantes en Arrecifes. Grabadorcito, un TDK indecente y a poguear en el medio de la noche. El y otro grupito ya los seguían en Arpegios. A mi me faltaba un rato largo, estaba esperando el disco de Axl Rose y compañía que le seguiría a “The Spaghetti Incident?”.

Mi primer show de Los Piojos no fue tal. Yendo a buscar a Ezequiel, y su perseverante “tenés que escuchar este grupo”, para rumbear a Obras, estando a una cuadra de su casa, meto la mano en el bolsillo y me doy cuenta que había perdido la entrada. Volví sobre mis pasos, y nada. A casa a seguir escuchándolos en cassette. Así que el debut fue en Parque Rivadavia, junto a La Renga y Caballeros de la Quema entre otros, que se llamó “Por Walter y por todos”, organizado por la Correpi, en el año 96. A partir de ahí se sucedieron Racing, Obras, Parque Sarmiento, La Plata, Cosquín, Ferro con las Madres, All Boys, Atlanta, Vélez, River, Luna Park…

Buenos tiempos

Uno de esos imborrables fue el día que Azul salió a la calle. En el Parque Rivadavia, los puestos ya anunciaban en marcador sobre cartón que en la semana ya les llegaba el disco. El día que salió, con los pibes ya lo teníamos cada uno en su poder al mediodía, para comentarlo a la tarde. Cada uno contó la experiencia del susto de haber comprado el disco fallado cuando en “Sucio can” el sonido se va y vuelve a los tres segundos. Y Eze, ese hermano que me dio la vida, me dejó una muy sabia reflexión “lo malo de haberlo comprado hoy es que tenemos que esperar dos años hasta que salga el próximo”.

Y las charlas se iban en eso, ¿de qué color va a ser el próximo disco? ¿cuál es tu tema favorito? ¿por qué se fue Dani Buira? Cuando Diego les regaló los botines. Lo mal que canta Piti Fernández. El viaje en colectivo, en banda, cantando a los gritos y pensando con qué tema podrían empezar. La vuelta, pensando cuándo y dónde el próximo para ir. El ritual de ponernos de acuerdo en no escucharlos la semana previa al show. Marcela pintándonos remeras a Eze y a mi con un logo prácticamente clonado. Las cucarachas en el escenario con Fumigator. Y nosotros pensando cómo se divertirían ellos haciendo tal o cual tema. Sacando las bases con la guitarra, porque esta fue una de las bandas que demostraron que se podía. Que todos podíamos (y queríamos) tener una banda, escribir una canción y tener alguien que nos escuche.

Y ahora estamos acá. Llegó el parate después de nuestras charlas sobre su aburguesamiento y de cómo creímos (erróneamente) que habían recuperado la alegría de estar juntos en Civilización, luego de un manojo de buenos temas que formaron un olvidable Máquina de sangre, que pareció hecho de compromiso.


Quizás hubiera sido mejor un silencio, como el que hicieron en 2005, pero parece que algo se rompió, y que los únicos que crecimos no fuimos nosotros.


A ver cuándo.

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